Aunque el uso del hierro para fabricar armas, utensilios y herramientas se remonta a más de 3.000 años, la tecnología para su transformación varió poco durante siglos debido a una lenta evolución de los hornos mismos, desde un simple hoyo en el suelo, hasta la invención del alto horno, llamado así por triplicar en altura a los anteriores.
El principio básico de su funcionamiento es que, a más altura del horno, mayor temperatura se alcanza, consiguiendo así la fusión del hierro más rápidamente y en grandes cantidades. En Occidente los más antiguos que conocemos datan del siglo XIII y se encuentran en Suiza, Alemania y Suecia.
Un alto horno siderúrgico es una gran vasija de material refractario específicamente diseñada para transformar el mineral de hierro impuro, como lo encontramos en la naturaleza, en hierro puro. Esto se consigue eliminando del mineral el oxígeno y las impurezas. El proceso, llamado reducción, se conseguía, en la época de los altos hornos de Liérganes, por combustión de una mezcla calibrada de mineral, piedra caliza que servía como fundente y carbón vegetal.
Para conseguir una combustión potente y constante que alcanzara los 1535ºC necesarios para obtener hierro líquido, había que conseguir insuflar en la base del horno ráfagas potentes y constantes de aire. Esto se consiguió aplicando la fuerza hidráulica para mover, mediante norias, enormes fuelles llamados barquines que funcionaban como pulmones gigantes.
Para producir hierro colado en cantidades industriales, los hornos se construían en parejas. Los dos de Liérganes, bautizados San Francisco y Santo Domingo, medían 6,13 metros, una altura considerable para los estándares europeos. Fueron los primeros de la península ibérica y, junto a los construidos 20 años más tarde con la ampliación de la fábrica en La Cavada, los únicos durante un siglo.
La tecnología de los altos hornos permitió, por primera vez en la historia de la Humanidad, producir hierro líquido que podía verterse en moldes para fabricar en serie todo tipo de herramientas y utensilios de uso cotidiano, un enorme salto cualitativo respecto a la técnica de forjado y martillado utilizada hasta entonces en las ferrerías tradicionales.
Los altos hornos siderúrgicos en España
I+D+i DEL SIGLO XVII
La tecnología punta de los altos hornos permitió fundir cañones mucho más baratos, ligeros, resistentes y fiables que los de bronce.
En colaboración con al sabio ingeniero Julio César Ferrufino, en las fábricas de Liérganes y Santa Bárbara (La Cavada) se investigó y experimentó hasta conseguir la aleación de hierro perfecta. El resultado fueron los famosos cañones “aligerados” en un 25% de su peso, cuando llevar más cañones significaba navegar más seguros y cargar más mercancías en un mismo viaje.
La tecnología punta de los altos hornos permitió fundir cañones mucho más baratos, ligeros, resistentes y fiables que los de bronce.
En colaboración con al sabio ingeniero Julio César Ferrufino, en las fábricas de Liérganes y Santa Bárbara (La Cavada) se investigó y experimentó hasta conseguir la aleación de hierro perfecta. El resultado fueron los famosos cañones “aligerados” en un 25% de su peso, cuando llevar más cañones significaba navegar más seguros y cargar más mercancías en un mismo viaje.
Aspecto de una fundición contemporánea a la de Curtius en Liérganes.
Fundición de cañones. La Nova Reperta. Stradanus y Galle, 1600 ca.
Imagen: xilos.org

Los restos de la Fábrica que quedan a la vista son pocos, pero su huella es enorme.
Río Miera. Presa del Arral.
Vídeo: ©M. Cubría 2022

Finca La Generala. Bóveda de cañón y represa en la salida del canal hacia el Molino de abajo.
Imagen: ©M. Cubría, 2022
EL OTRO GRAN PROTAGONISTA: EL MIERA
Video: noviembre 2021
El río Miera era perfecto para instalar una fundición: desde que nace a 1300 metros hasta la bahía de Santander, donde desemboca entre Pedreña y Somo, hay 30 km en línea recta, un tobogán de agua perfecto para aprovechar su fuerza.

Imagen: Pilar Otí